miércoles, 24 de febrero de 2010

No olviden este cultivo




Ayer, entre lágrimas, mi padre me recordaba la importancia de la amistad. El motivo no era otro que la muerte de su mejor y más viejo amigo. Creo que su dolor provenía no solo de la pérdida en sí, si no, sobre todo, del sentimiento de no haber podido despedirse de él. Hacía mucho tiempo que no se veían, pues las enfermedades de ambos habían ido aplazando un encuentro que, tristemente, ya no se va a poder producir.

Es triste comprobar que a veces tengamos que sufrir acontecimientos como éstos para que valoremos en su justa medida la importancia de cultivar una buena amistad, algo que sinceramente pienso está en el debe de la mayoría de nosotros.

Resulta paradójico que estemos asistiendo al boom de las redes sociales, en las que a través de unos cuantos clicks de ratón hacemos el esfuerzo por reencontrar a un compañero de colegio del que hace 30 años que no habíamos vuelto a saber nada y, sin embargo, no dediquemos mucho menos tiempo a un buen amigo.

Voy un paso más allá, ¿las redes sociales no estarán generando relaciones ficticias?, ¿por qué nos volcamos en ellas y nos olvidamos de las reales?, ¿por qué nos gusta mirar tanto al pasado, en vez de pensar en el presente y en el futuro?

Es curioso comprobar como van cambiando los hábitos. Primero desaparecieron las cartas, luego las felicitaciones navideñas y ahora, hasta las llamadas de teléfono. En la actualidad fomentamos nuestras relaciones a través de correos electrónicos, en los que en la mayoría de las ocasiones nos limitamos a reenviar algún archivo divertido, mensajes al móvil, páginas web, blogs, facebook, twenty...

Ahora mantenerse en contacto es intercambiarse e-mails recíprocamente. Solo después de un tiempo sin recibir un correo de un amigo, sin que actualice su blog o suba nuevas fotos a su red social, te empiezas a preguntar si estará de vacaciones, le habrán echado de la empresa, o tal vez algo peor. Sin embargo, inmediatamente piensas: "me habría mandado un correo para decírmelo (me voy de viaje)", "lo habría explicado en su blog (el jefe me tiene en su punto de mira)", o "habría recibido de algún amigo común un archivo adjunto" (te envío la esquela de Alberto escanedada)".

Así que ya lo saben, visiten a su amigos o, cuando menos, descuelguen el teléfono y hablen con ellos, pregúntenles qué tal les va, cuéntenles sus novedades. Rieguen a menudo esa planta que es la amistad y no la dejen marchitar pues, de lo contrario, se arrepentirán.

3 comentarios:

Isabel Martínez Rossy dijo...

Es dura la muerte de amigos y más cuando empiece a ser algo más o menos habitual...tienes razón en que la amistad hay que cuidarla y aprovechar todos los medios (no excluir unos por otros) para estar en contacto frecuente con los amigos, pero sobre todo poder tenerlos delante, abrazarlos, ver la expresión de su cara y su mirada.

Un abrazo, en este caso si, "virtual.

Luis Irles dijo...

Un texto sincero y conmovedor... Y tienes toda la razón del mundo: reguemos a menudo esa hermosa y necesaria planta de la amistad.
Abrazos.

Náufrago dijo...

Tienes mucha razón, Isabel, tiene que ser muy duro ir viendo como poco a poco se van quedando por el camino compañeros de viaje y, a la vez, tener la sensación de que el destino está cada vez más cerca.

Luis, muchas gracias por tu comentario. Lástima que muchas veces no nos demos cuenta de lo que tenemos hasta que lo perdemos (salud, amigos...)