lunes, 23 de noviembre de 2009

De grises



Ya les traje aquí los recuerdos que evocaba mi vieja pizarra de párvulos. Hoy, después de un largo parón, por el que les reitero mis disculpas, vuelvo a la escuela para hablarles de los extremos, después de haber leído un artículo escrito por un teórico de la educación.

Tristemente, en la actualidad nos ha dejado de sorprender la alarmante situación de nuestras aulas. Lo peor de todo es que en estos momentos comenzamos a ver y sufrir las consecuencias. El problema de la educación es, para nuestros políticos una cuestión secundaria, tanto, que ni siquiera han sido capaces en los últimos años de cerrar un verdadero pacto que cada día se hace más necesario.

Las últimas leyes educativas aprobadas, lejos de suponer un avance, han generado un panorama desalentador, tratando de poner parches aquí y allá, mientras, año tras año, los principales informes sobre la materia (OCDE, Pisa, UNESCO, etc.), reflejan la verdadera situación de la educación en España.

La mayoría de expertos están de acuerdo en que la educación de hoy en día no sólo tiene que formar buenos estudiantes, como lo hacía la escuela tradicional centrándose principalmente en la enseñanza de contenidos, si no buenas personas. Se han venido incluyendo en los diferentes currículos contenidos transversales: educación para la igualdad, para la salud, respeto al medio ambiente, consumo responsable, igualdad de oportunidades, entre otros, que persiguen una formación más integral del alumno.

Sin embargo, los resultados no han sido los esperados y está claro que el modelo propuesto hace aguas. Los alumnos no es que solamente salgan de nuestras escuelas, institutos y universidades menos preparados, en cuanto a cantidad y calidad de conocimientos, si no que tampoco estamos consiguiendo formar buenos ciudadanos, más tolerantes, solidarios, comprometidos con el medio ambiente, respetuosos.

Pero, ¿cuál es la situación en las aulas? Por un lado, el maestro se encuentra desubicado y desmotivado, realizando un trabajo cada vez menos gratificante y, además, sin gozar del reconocimiento deseado. Por el otro, y frente a él, como si de un campo de batalla a la vieja usanza se tratara, se encuentra un alumnado más rebelde, menos tolerante, egoísta y egocéntrico, intransigente. Sin embargo, la falta de valores es sus mochilas con la que los escolares acuden diariamente a sus clases es una responsabilidad de los padres, la tercera pata del banco.

Está claro que los padres y madres de hoy en día gozan de menos tiempo para estar con sus hijos y eso se nota. La necesidad de que ambos cónyuges trabajen ha repercutido negativamente en la educación de sus hijos. El niño pasa más tiempo solo, rodeado de demasiada información sin filtrar (televisión, Internet) y acostumbrado a no estar sujeto a reglas demasiado claras. Los padres tratan de compensar esa falta de tiempo con una cierta laxitud en la aplicación de las normas. Nuestros hijos se encuentran sobreprotegidos, incapaces de equivocarse, de cometer sus propios errores y así aprender de ellos, desconociendo el verdadero valor de las cosas y ajenos a la cultura del esfuerzo.

En el otro lado del espectro, la escuela de los años 70 y 80, la que yo viví. Pese a no ser un alumno ejemplar, si me incluiría en el grupo de los que se portaban bien, que debo reconocer éramos la mayoría. Aún así, Dª Carmela, en 3º de EGB, me hacía juntar las yemas de los dedos para darme con el puntero, D. Jesús nos pegaba con la regla en la palma de la mano. D. Isaías me tiraba alguna que otra vez por las incipientes patillas hasta inclinar la cabeza casi a 90 grados. A D. Manolo la varita del xilófono le permitía practicar la percusión en nuestras cabezas. Sin embargo, son dos los momentos que más me han quedado marcados en mi memoria del paso por el Jacinto Benavente, dos bofetones.

El primero de ellos, en clase de 4º ó 5º, con un profesor suplente del que ahora no recuerdo el nombre, pero cuya cara por supuesto no he olvidado y que todavía hoy, alguna vez, veo por la calle. Pues bien, por reírme de un compañero que había tenido una incontinencia mayor y al que, por ello, le había dado un soberano tortazo, me señaló con el dedo y me dijo que me levantara y me acercara a él. Puso la mano izquierda sobre mi mejilla derecha y con la otra, me arreó un sonoro bofetón que me dejo la cara caliente para el resto del día.

El segundo, ya en 7º, me dolió más en el orgullo que en el rostro. En clase de pretecnología trabajábamos unos con marquetería y otros con barro; yo me debía encontrar en este último grupo pues D. Misael me pilló tirándole bolas de arcilla a otro compañero. Después de la frase, “eh, tú, el del jersey rojo, ven” me propino una bofetada que me hizo sentir fatal. Eso de que pegaran a un pseudo-hombrecito y delante de todos resultó humillante.

De vuelta al presente, hoy son los alumnos los que pegan a los profesores y los que, en demasiadas ocasiones, hacen la vida imposible a otros compañeros que resultan acosados moral y físicamente.

¿No hay un punto medio?


P.D.: son infinidad, y por supuesto mayoría, los recuerdos positivos de aquel, mi colegio, sin embargo hoy nos ha tocado recordar algunos menos agradables

8 comentarios:

Unknown dijo...

Ufff, este tema da para hacer una tesis doctoral. En general creo que das una visión demasiado catastrofista del asunto. Los políticos sí deberían respetar unos principios básicos que garantizaran una legislación estable, pero no creo demasiado en el impacto que las legislaciones tienen en las aulas. Es evidente que un cambio como el que supuso la aparición de la tan denostada LOGSE, sí supuso una revolución, pero más allá de eso, han cambiado poco los métodos y estrategias de enseñanza. A favor de la LOGSE hay que decir que solucionó un problema, un vacío legal, en lo relativo a los chicos entre 14 y 16 años. Acababan con 14 y si no querían no seguían estudiando, pero no podían trabajar hasta los 16 (o sea, ni estudiaban, ni trabajaban). La prolongación de la enseñanza obligatoria hasta los 16 años era, por lo tanto, imprescindible. El hecho de que ahora haya chicos sin motivación ninguna en los institutos, viendo pasar el tiempo es un verdadero drama (sobre todo para ellos) y ahí sí que se deben buscar soluciones (como una FP que funcione de verdad, pero no es fácil)
En cuanto al comportamiento de los chicos, creo que eres injusto con ellos. Yo en 11 años no he tenido ningún problema de enfrentamiento con ningúno. La inmensa mayoría son buenos chicos, con las hormonas circulando a diestro y siniestro (anda que no hemos hecho nosotros cosas que ahora veríamos como verdaderas gamberradas, y yo creo que siempre hemos sido buenos chicos) Los casos de agresiones son muy raros (y por supuesto deben atajarse) pero también existían en nuestra época ("fulanito le sacó la navaja a la palos") aunque quizás no eran tan conocidos.
Y son mucho más conscientes del problema ecológico, por ejemplo, de lo que lo fuimos nosotros. Les resulta más difícil tener empatía, pero creo que eso es propio de su edad, no de la época en la que les ha tocado vivir.
(sigue)

Unknown dijo...

En cuanto al rendimiento escolar y el fracaso hay dos cosas que quiero mencionar:
1.- No hay peor tonto que el que no quiere aprender. Esto significa que por muchos cambios legislativos y adaptaciones y actividades, un chico que no quiere estudiar no aprenderá nada de nada (este es uno de los problemas que tenemos: la falta de motivación). Ahí el papel de los padres es esencial. Y sí creo que el progreso económico ha traído como consecuencia una infravaloración de lo que se tiene (tanto lo material, como lo inmaterial -seguridad, afeco..-) Por lo que los chavales no tienen motivo para esforzarse en conseguir algo, ya que saben que lo obtendrán gratis.

2.- Relacionado con lo anterior. Al haber más gente estudiando obligatoriamente (dos años más que antes) la tasa de fracaso escolar ha aumentado.

Te puedo asegurar que he tenido buenos alumnos y que he conocido a grupos (no alumnos míos, para mi desgracia) realmente excelentes (el año pasado sin ir más lejos) con muchísimos conocimientos de literatura, informática, física, biología, dibujo...y con muchísmas ganas de aprender (dedicaban los recreos a hacer trabajos voluntarios).

Mi hermano tiene clientela todos los recreos para hacer una especie de prácticas de laboratorio. Son chicos que en muchos casos no son alumnos suyos y que hacen las cosas por el placer de aprender, puesto que eso no se les evalúa y no se les va a dar un 9 o un 10 (es decir, no van a por una nota)

(sigue)

Unknown dijo...

No quiero decir que no haya problemas (¡claro que los hay, y bien gordos!) pero la situación no es tan mala.

Los cambios en las actitudes, creo que son más achacables al cambio que, a su vez, han experimentado las familias. Muchas no tienen tiempo (ni ganas) de esforzarse en educar a sus hijos y delegan la tarea en la escuela (error garrafal).

Creo que cualquiera de nosotros sería igual que ellos son ahora debido a las circunstancias que les han tocado.

Y no creo que el modelo haga aguas por todos los sitios (lo puedes ver en la eduación de nuestros hijos, sobrinos, etc.) Si se quiere, se aprende y mucho. Te digo esto del modelo, porque la cosa no ha cambiado tanto (y quizás si debería hacerlo). Para mí el meollo de la cuestión está en la voluntad y motivación de cada uno. Eso creo que tiene mayor relación con la familia que con la enseñanza...

En fin, no me enrollo más. Ya te digo que esto da para una tesis (por lo menos).

Unknown dijo...

Conclusiones a partir de la pág. 97

http://www.mec.es/multimedia/00005713.pdf

Náufrago dijo...

Bueno, bueno, bueno. Ya sabía yo que este tema daba para mucho, pero no imaginaba que tanto.

Vayamos por partes.

a) Cuestionas el impacto de la legislación en las aulas. Yo, sin embargo, creo que es fundamental. En algunas partes del país se ha permitido que los alumnos tengan una visión parcial y sesgada de nuestra historia, de nuestra lengua, etc. También se legisla, para proponer una asignatura de "educación para la ciudadanía". Pero no habíamos quedado en que estábamos formando buenos ciudadanos. Ahora estamos pagando las consecuencias de una desastrosa ley como la LOGSE, luego las leyes no es que sean importantes es que son vitales, a la hora de promover un modelo eficaz de educación.

b)Dices que soy injusto con los chicos. Yo estoy hablando en general. No se pueden cerrar los ojos o centrarnos en casos concretos. La realidad está ahí y, en estos momentos, está superando a la ficción (películas como "Rebelión en las aulas" se verían hoy casi como una comedia).
Desgraciadamente en nuestros colegios e institutos están pasando cosas (sexo, drogas, alcohol, violencia, discriminación) y no podemos achacar los problemas a las hormonas.

c) Se ha perdido el respeto, pero no solo por el profesor, si no por casi todo.

d) Se ha instaurado el sentimiento de impunidad, nunca pasa nada. El mal comportamiento (pintadas de fachadas, actos vandálicos por las noches, destrozos en manifestaciones, problemas de bandas, etc.) no tiene consecuencias y claro lo repito, lo imito.

e) Estamos en una sociedad demasiado garantista. Nos hemos llenado de derechos pero no se nos exige nada a cambio.

e)Los jóvenes de hoy en día tienen más información que nunca, tanto dentro como fuera de las aulas y, sin embargo, peor comportamiento. Ahora hay que legalizar la píldora del día después, el aborto libre... Dentro de poco, le subvencionaremos los tratamientos de rehabilitación en drogodependencias.

¿Por qué nadie habla de prevención?

f) Pero volvamos a las aulas. Dices que los casos de agresión son rarísimos, yo no comparto esa opinión. Estamos hablando en general, de España.

g) No es que no sepan ponerse en el lugar del otro, es que el otro les da igual. Pese a la educación para la igualdad, para la paz, para la no discriminación por razón de género, las hemerotecas están llenas de casos crecientes de menores que maltratan física y psíquicamente a otros, que violan a menores, jóvenes que atacan y matan a indigentes, etc., etc.

h) Cuando se es tan egocéntrico y egoísta se puede llegar a dejar de ver al otro como una persona. El otro no importa, sólo yo. Idea que se refuerza al no tener nada ni nadie que me impida comportarme de esa forma.

i) En cuanto a las cifras. Ojo, si dos años más estudiando, pero ¿cuántos menos alumnos en las aulas consecuencia de la bajada de población?

j) Coincido contigo en la motivación. Sin embargo, tengo que hablar aquí de los dos tipos de motivación: la intrínseca, inherente a la tarea, y la extrínseca (un aprobado, un reconocmimiento, un regalo, etc.)

Tenemos que favorecer la primera en detrimento de la segunda. Las matemáticas siempre han sido un hueso para la mayoría de los alumnos, sin embargo, siempre ha habido profesores que han sabido enseñársela a los alumnos.

Es decir, el responsable de los contenidos (Estado, CC.AA.) tiene que actuar en ese sentido y, por supuesto, luego deberá ser el profesor, en el aula, el que refuerce ese modelo. Por último, el alumno, también deberá tener una motivación por aprender.

Náufrago dijo...

También estoy contigo en que siempre hay alumnos ejemplares, con ganas de aprender, pero creo sinceramente que son la minoría.

Sabes que por mi trabajo, me encuentro con alumnos de todas las partes de España, y el problema es general. Cada vez vienen peor formados, sólo hay que fijarse en algo tan básico como leer y escribir.

Los profesores tienen obligatoriamente que bajar el nivel, y los resultados, cuando los alumnos salen de los diferentes centros y niveles educativos es cada vez más bajo.
Así lo demuestran la multitud de informes sobre educación que sitúan a España en puestos irrisorios comparados con su posición en el primer mundo. Queremos estar en el G20, pero en educación estamos por debajo de países con muchísima menos riqueza que nosotros, ¿algo estaremos haciendo mal?

Tú mismo me has comentado muchas veces, y no sólo tú, como son ciertas reuniones de profesores a la hora de evaluar, "si lo apruebas tú, lo apruebo yo". Eso, lejos de beneficiar al alumno, lo perjudica.

No se puede echar la culpa de todo al "tiempo que les ha tocado vivir". Nosotros, comparativamente, vivimos mucho peor que ellos (escuelas menos dotadas, familias con menos recursos, menor información, profesores menos capacitados, materiales didácticos anticuados, etc.) y aquí estamos. Salimos mejor preparados del colegio, del instituto y de la universidad.

Estoy contigo en que los padres han trasladado la responsabilidad de la educación de sus hijos a los maestros/profesores y ese es probablemente uno de los principales problemas u orígenes del problema, pero éste está ahí.

No puedo acabar si no con un lema cubano que debería inspirar cualquier modelo educativo: "Si no sabes aprende, si sabes, enseña".

Isabel Martínez Rossy dijo...

También es verdad que cuando eramos pequeños los "códigos" estaban muy claros. En un sistema totalitario toda la coumnidad comparte y transmite los mismos esquemas... Quizás el cambio ha sido demasiado pendular y ahora son los medios o internet -una información quizás poco contrastada y un tanto caótica- los transmisores de una ingente cantidad de modelos contrapuestos en los que todo vale...
Como tu dices "¿No hay un punto medio?
Me alegra volver a leerte

Náufrago dijo...

Isabel, gracias por tu comentario. Estoy contigo, la época que nos tocó vivir está claro que fue decisiva también en nuestra educación. Por cierto, conocí el viernes a una persona que había estudiado en el mismo colegio que yo, aunque era un poco mayor, y recordamos juntos el cántico del himno español los lunes a la entrada y los viernes a la salida del centro. Los dos también comentamos la extrañeza con la que suelen mirarnos los demás cuando defendemos que nuestro himno tenía letra, pues lo cantábamos. Parece ser que es letra de Pemán.

¡Qué recuerdos!