viernes, 22 de mayo de 2009

Un, dos, tres... ¡Acción!


inhibir:

1. Impedir o reprimir el ejercicio de facultades o hábitos.

...

5. Abstenerse, dejar de actuar.

6. Echarse fuera de un asunto o abstenerse de entrar en él o de tratarlo.


¿Cuánto silencio?, ¿cuántas palabras nunca llegaron a cruzar nuestros labios?, ¿cuántas opiniones nos hemos guardado?, ¿cuántas veces nos escondemos detrás de otros para no actuar?

Esta inhibición, llevada al extremo, condujo a Kitty Genovese, una camarera neoyorkina de 28 años, a la primera página de los periódicos de la época, a inspirar una teoría psicológica y a convertirse, sin quererlo, en un icono de la apatía que sufre nuestra sociedad sobre todo en las grandes ciudades.


En la madrugada del 13 de marzo de 1964, Kitty encontró la muerte en una calle de Nueva York. Hasta aquí nada raro, ¿verdad?... Desgraciadamente estamos acostumbrados a que este tipo de noticias inunde las hojas de nuestros periódicos y llene minutos en televisión. Además, la acción se sitúa en Estados Unidos, ¿qué hay de extraño entonces?

El asesinato de Kitty fue toda una agonía pues el homicida la atacó hasta en tres ocasiones diferentes, en algo más de treinta interminables minutos, mientras la víctima gritaba con la esperanza de que alguien la oyera. Los agentes de policía al interrogar a los vecinos enseguida se percataron de que varias personas habían presenciado los ataques y habían escuchado sus gritos de auxilio , pero ¿por qué no la habían ayudado?, ¿por qué nadie había llamado a la policía?

La respuesta que dieron fue muy simple, todos ellos dieron por sentado que "otro" habría llamado ya. La triste realidad es que ninguno levantó el telefóno y Kitty Genovese no pudo recibir la ayuda esperada.

Este triste acontecimiento supuso el origen de lo que Latané y Darley llamarían "Teoría de la difusión de responsabiliad".

Normalmente nuestra inhibición, o falta de acción, no tiene unos resultados tan catastróficos, sin embargo, la realidad es que muchas veces nos cuesta actuar. Preferimos que sean otros los que levanten la voz o actuen (vecinos, compañeros de trabajo, amigos, etc.), quedando nosotros en un "tranquilo" segundo plano.

Sólo determinadas situaciones, diferentes para cada uno de nosotros, nos hacen levantarnos, movernos, protestar, opinar, regañar, decir no o gritar basta...

Cuando el tiempo comienza a pasar te das cuenta que es mucho mejor actuar que inhibirse, pues resulta grato intentar dejar huella y construir un camino antes de que sea demasiado tarde.

2 comentarios:

luis irles dijo...

Sólo desde la distancia y la humanidad se puede rescatar un hecho tan terrible y real como éste, y escribirlo de una manera tan impactante. Lo demás es talento.

Náufrago dijo...

Estimado Luis, gracias por tu comentario, siempre tan mesurado. Desgraciadamente, acontecimientos como el descrito son muy comunes en nuestros días.

Hace un tiempo, Javier Marías, desde su columna semanal, reflexionaba sobre esta sensación de impunidad que nos invade y las consecuencias que ello conlleva.

Espero poder encontrar la referencia del artículo